domingo, 1 de agosto de 2010

Preocupación

La noche está oscura y quieta, ni las estrellas han salido a saludarme hoy. Sigo algo preocupado por lo que pasó la otra noche. Saber que no estoy solo no me conforta en lo más minimo. Al contrario, ahora tengo que estar alerta. No se si el dueño de aquellas marcas es más joven o más viejo que yo, sólo se que no comparte mi sangre o la de mi amo o le habría percibido desde lejos.

Nos vemos, que hay que probar suerte.

lunes, 14 de junio de 2010

Lluvia.

Este año ha llovido mucho más de lo usual, llueve cada mes. Me hace preguntarme si algo va a pasar.

Anoche llovió como pocos días he visto, los relámpagos adornaban el nublado cielo con sus luces danzantes. Los truenos estremecian la noche y alguno que otro miedoso. Incluso un rayo hizo que la noche se oscureciera más, apagando las luces de los hombres. Cuando el viento está así de fuerte, habla al oido, está enojado. Hay algo que me alegra más que nada cuando llueve... el olor. No se puede comparar con otro aroma, el olor a lluvia es probablemente uno de los dos olores más deliciosos que conozco.

Como parte mala, les recuerdo que partes de mi casa siguen siendo de adobe y le falta mantenimiento. Dos lluvias más como esta y se derrumba ¿Qué es una casa para alguién que vive tanto tiempo? Es quizá más que una roca sobre la cual dormir, es más que una cadena, es más que un lugar al cual volver o en que pensar.

La noche ha empezado mal, las calles han estado muy despejadas y, por hoy, la lluvia me ha quitado un par de oportunidades. Cuando menos acordé, me encontraba caminando por el centro de la ciudad vecina, la lluvia me hizo ocultarme bajo el cobijo de un edificio no muy viejo. Estuve un rato estático, inmovil disfrutando de la lluvia, cuando me percato que uno de los chorros que caen por el desagüe del techo comienza a cambiar su color a un rojo tenue, de sangre diluida. Subí para ver que ocurria pues no escuché el sonido de una bala ni el forcejeo de alguna pelea. La fuente del líquido rojo era un hombre joven en el techo, rondaba los veinte años. En su cuello tenía marcas de dientes, yo conozco esas marcas. Son de otro como yo. Quize ver si aún encontraba al autor de tan peculiar escena, pero no logré ver a nadie.

martes, 18 de mayo de 2010

Noche

Ya hace algún tiempo que no les escribo.

Luego los compenzo, lo prometo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Festividades

Valla, he faltado a mis obligaciones con ustedes. La última ves que escribí era mediados de abril y ya son principios de mayo.

Seré breve pues ya casi amanece y el sol y yo no somos buenos amigos.

Ocurre que en esta ciudad tuvo lugar la Feria de las Artes justo la semana pasada. Es una semana llena de bullicio, cosa que odio, pero también de buena música y de mala música, de teatro callejero y teatro tradicional, de pinturas y fotografias. Me sentía como en casa. Todo esto, junto con los espectaculos callejeros de las estatuas vivientes y alguna que otra tonteria, me deleitaba como sólo el que halla ido puede saber.
Supongo que de eso nada les interesa. Les contaré lo que quieren saber. Una semana antes de eso conseguí algo de dinero y ropa decente (hasta mi siguiente visita les contaré como, pero no se preocupen que no robo). Por las calles me pasee entre la gente como su igual. Lo único que me distinguía de los demas es que era el único que se paseaba en solitario. Por menos de dos horas me mezclé solo entre la gente, viendo las fotografías y escuchando la música. Pero despues dos muchachas se me acercaron. Creyeron que no alcancé a escuchar cuando la más pequeña le dijo a la segunda "está guapo, vamos a hablarle". La más grande se acercó a mi y me preguntó que opinaba de la pintura que estaba en exposición. Le dije "no se, dime tu" y comenzó a hablarme sobre la pintura. No creo necesario decir que era un pretexto para conocerme. No tardó en preguntarme si iba solo a lo que le respondí que sí. "¿Por qué? andate con nosotras para hacer bola", asentí. Me iban platicando del evento y de la ciudad mientras caminabamos por las transitadas calles. Me sorprendí al ver que la vieja casona de la anciana es ahora un puesto de tacos muy adornado y que la bruja Chila ya no vive.
La ciudad ha cambiado mucho. De hecho, antes de conocer a estas chicas, intenté meterme en uno de los tuneles de la ciudad, pero ya estaba tapado. Platiqué con las dos jovenes de lo que pude evitando preguntas incomodas como ¿en qué trabajas?. Nada me hubiera costado mentir, pero prefería evadir el tema y contar la verdad despues.
Despues de rato me dijeron que ya tenian que retirarse, pero que si las podia acompañar a su casa para no irse solas, pues les daba miedo ser asaltadas. Lo menos que pude hacer fue acompañarlas a su casa. Llegando me invitaron a pasar un momento y ahi vi sus verdaderas intenciones. Que raro que cuando joven no me halla pasado nunca eso. Le dije a Cecilia (la menor) "¿Quieres ver un truco?" y me dijo que si. Tomé a Iliana (la mayor) del cuello, la acerqué a mi y la besé. Le dije a Cecilia "mira" y mis ojos cambiaron a rojo. Se asustó mucho y me preguntó como lo habia hecho. "La edad, chiquilla. La edad" le contesté. Liliana estaba sentada, con el pecho agitado y la cabeza hacia atras. "Quiero", susurraba pidiendo otro beso. Cuando beso, tengo la facultad de quitar un poco de sangre de los capilares que hay en la boca así que conseguí una linda cena. Cecilia me pidio lo mismo. Y lo mismo pasó. Al parecer sus planes de llegar a algo más que un beso se vieron opacados ante el cansancio que presentaban.
Mi cena duró poco. Despues de un rato me invitaron a quedarme a dormir, pero tuve que declinar. Quedarme con ellas era firmar mi muerte. Fui hacia la calle y me la pasé toda la noche caminando, hasta que de nuevo fue hora de dormir.

viernes, 16 de abril de 2010

Primera entrada

Buenas noches, no se como comenzar a escribirles. Llevo muchos años dormido y recién hace algún tiempo que estoy despierto.

Les contaré de mi vieja residencia. Bien pude haberme comprado una interesante construcción como la del niño que en paz descanzaba a escasos metros de mi. Pero las construcciones de ese tipo, aún las más pequeñas atraen a la gente. Y la gente, aún la más callada, es ruidosa. El ruido no me permite descanzar. Hasta hace poco mi residencia había sido un hueco en la tierra, encerrado en una vieja caja de madera, enmohecida y fragil. Es un lugar tranquilo para dormir, salvo por los días primero y dos de noviembre, cuando el lugar está repleto de personas, palas y flores. De vez en cuando llega un nuevo morador, y la paz es perturbada por aquellos que vienen a despedirse con sus lagrimas fingidas. Varias decadas lo único que me había distraido de mi sueño fueron los hombres, pero hace cinco años, masomenos, he empezado a sentir esos espiritus cornudos que pasan cerca de mi morada. El primero me intrigó mucho y no vovlí a verlo por muchos meses, luego comencé a sentirlo cada dos meses. Con el paso del tiempo sentí un segundo caminante que, junto al otro, pasaba cada dos meses. Después el numero y la frecuencia de sus paseos se fue incrementando al grado que cada noche sin luna puedo ver cerca de catorce de ellos paseando como si nuestro hogar fuera una plaza. Se reconocer cuando es momento de mudarme.

Despertar no fue muy dificil, como otros lo hacen pensar. Bastaron sólo dos noches para que las estrellas volvieran a saludarme. La primer noche los perros estuvieron muy inquietos y, parece burla, coincidió con ese jueves del año en que el viento hace sus jugarretas en la tarde y el miedo las hace en la noche. Esa vez no pude ver el cielo, sólo me preparaba para salir. La segunda noche fue mucho más tranquila, los perros de quinientos metros a lo lejos, estuvieron despiertos toda la noche, pero está vez sin hacer ruido, algunos se escondian bajo los autos, otros en sus casas de madera y unos cuantos más en las esquinas. Las ratas chillaron de vez en cuando y los gatos no maullaron ni una sóla vez. Esa madrugada logré salir y ponerme de pie.

Una vez despierto me di cuenta que no pasaría mucho tiempo antes de que las venas comenzaran a reclamarme por alimentos. Se que ustedes sienten un vacio en el estomago cuando tienen hambre, yo preferiría tener esa sensación a sentir como cada una de las venas de mi cuerpo pareciera estar cansada, fria y hueca. Mi olfato estaba adormecido, mi lengua muerta, mi piel parecia madera vieja, pero mis ojos estaban como nuevos en un par de segundos y mis oidos me avisaban que alguíen se acercaba. Era el velador, un viejo hombre de piel oscura, pasado de peso, ya tiene más canas que cabello negro. No me moví de la pared en la que estaba recargado hasta que él ya estubo cerca. Debio asustarse cuando dejó de verme, porque dio dos pasos temblorosos atras y caminó de regreso a la entrada con un andar rápido. Creo que nisiquiera supo que estuve dos pasos detras de él casi todo el camino. Pero algo necesitaba ser atendido. Por varios años, muchachos han fumado cerca del agujero donde dormía. Ni siquiera es tabaco, mariguana es lo que inalaban. Y eso cuando podían, los llegué a escuchar como aspiraban de una volsa de plástico cuando no tenían más. Debía despedirme de ellos, sobretodo por como usaban la morada de un par de ancianos como asiento, la cama de una mujer como mesa y la casa del niño como urinal.

Fue un poco gracioso como los saludé. Estaban hablando sandeces y yo estuve parado junto a uno de esos chicuelos por mucho rato, hasta que uno de ellos gritó "mira güey" para avisarle en cuanto me vió. Salieron corriendo mientras yo tomaba del cuello al primero de ellos. Las primeras gotas en años, me supieron bien. Aunque fue algo decepcionante, tanta toxina le quitó el sabor. Probé a los demás, despues de alcanzarlos y uno por uno, pero la decepción fue mayor: su sangre sabía agria.
Acabando con ellos, me di cuenta de las arapientas ropas que llevaba puestas. La vestimenta que ellos usaban parece de vagabundo adinerado, pero supongo que es mejor a parecer espantapajaros de otra epoca.
No supe cual de ellos estaba más asustado ni por qué lo estaban. Debieron pensar que yo era un monstruo, fantasma o algo así. Estoy seguro de que si pensaban que era un hombre, se hubieran defendido. No estan muertos, no me gusta matar para comer, me parece aburrido. Pero si les aseguro que por las noches no volveran a salir. Luego me despediré de aquellos que usaron la cama de una familia como si fuera la cama de algun hotelucho barato. Saben... esas cosas normalmente no me interesan. Puedo ver como matan o roban a alguién y no me importa. Pero esos cuerpos fueron mi compañia por tanto tiempo que me llegué a encaprichar con ellos. Además, odio que no me dejen dormir.

Me parece extraño que hallan sacado la lápida del angel que por tanto tiempo besaron los que buscaban ayuda y que ahora esa estatua esté en la iglesia del centro. Supongo que respeto ya no significa lo mismo que antes. Bueno, intentaré comprender mejor este año.

Algún día iré a visitar a esos invasores que me orillaron a abandonar mi pequeño agujero en la tierra, pero pasará mucho tiempo antes de que pueda con todos ellos juntos, tal vez años. Por ahora quiero ver qué otras cosas tiene por ofrecerme este año.

Si alguién se pregunta como soy. Soy de estatura media, mido 1.74, mi piel no es tan blanca como se deben estar imaginando. Tengo el cabello oscuro, no muy largo y mi nariz es rectilinea. No se por qué escribe eso la gente, pero ya comencé a escribir mi diario y quiero hacerlo lo mejor posible.
Otro día les contaré de donde saqué esta computadora y de dónde les escribo. Por hoy, tengo una cita en unos cuantos minutos, así que me despido. Nos vemos.